Empecemos por el contexto. Los bancos ofrecen dos cosas: capital y confianza.

En los últimos años, hemos sido testigos de cómo varias empresas del sector tecnológico han superado el trillón de dólares (billón europeo) de capitalización bursátil, algunas han alcanzado los 2 trillones y una ha rozado los 3 trillones. Sólo el año pasado, Apple generó la asombrosa cifra de 93.000 millones de dólares en flujo de caja libre (flujo de caja operativo, menos gastos de capital), Alphabet generó 67.000 millones, Microsoft llegó a los 56.000 millones y Facebook alcanzó los 39.000 millones.

Volvamos al principio. Los bancos ofrecen dos cosas: capital y confianza. ¿Genera más confianza Apple que el Banco Santander? ¿A quién le crees más a Google o al BBVA?

Algunos grandes bancos mundiales han decidido que es momento de abrazar a las grandes tecnologías para no ser sustituidos. Goldman Sachs se ha aliado con Apple para sacar la tarjeta de crédito de Apple (ayer la vi por primera vez) y JPM Chase ha llegado a un acuerdo con Amazon.

En cambio, los más lentos en adaptarse pueden acabar siendo eliminados. Una gran institución tradicional con tecnología anticuada, como US Bank, podría ser superada por Google, Apple o incluso Paypal. Dado que el 82% de los estadounidenses utilizan actualmente los pagos digitales, las grandes empresas tecnológicas saben que están bien posicionadas para beneficiarse de la menor necesidad de los bancos tradicionales.

Además, los gigantes tecnológicos pueden generar y aprovechar datos a gran escala y en tiempo real sobre sus usuarios, lo que les permite desarrollar productos bancarios de consumo más avanzados y ofrecerlos a los consumidores sin problemas.

Qué puede detener a estas grandes tecnológicas en el sector financiero. Parece claro que los bancos tradicionales tienen una sola opción: unirse a su enemigo. Puede que sea la forma más inteligente, o la única, de que los grandes bancos saquen provecho de la digitalización del sector financiero.